¿Cómo sera el trabajo luego de la pandemia?[1]

¿Pero cómo está resultando esa experiencia? Tal vez la respuesta a esta pregunta sea una mezcla de conformidad y disconformidad. El teletrabajo aparentemente nos permite hoy estar seguros en nuestras casas conservando a la vez nuestro empleo. Nos está mostrando la maravilla de recuperar el tiempo que perdemos por ejemplo en el tránsito.

El teletrabajo es una modalidad con múltiples beneficios que tiene que realizarse en un contexto adecuado de trabajo. Tiene una curva de aprendizaje por parte de los empleados y requiere que los empleadores implementen un programa de calidad observando aspectos tecnológicos, culturales, de liderazgo y de recursos humanos.
Todo esto hace que sea un modelo exitoso. Pero en la actualidad, con tantos factores externos impactando en la productividad de las personas, la clave para las empresas será documentar qué funcionó bien al implementarlo y aquellos puntos a trabajar a futuro sin sacar conclusiones apresuradas. Por parte de los empleados, si el teletrabajo no cumplió sus expectativas probablemente tampoco es el momento adecuado para hacer una evaluación determinante sobre este modelo.
En este sentido, uno de los mayores aprendizajes que podremos llevarnos en el mundo corporativo será que todo espacio de trabajo tiene que buscar lograr el bienestar de los empleados. Y ese espacio debe impulsarlos y motivarlos para que puedan lograr su máximo potencial. Pero por sobre todo tiene que estar muy relacionado al poder ELEGIR. Ese poder que muchos no tenían antes y que no tenemos ahora.
Ni los cubículos, ni los espacios abiertos, ni el teletrabajo funcionan si los pensamos bajo el concepto de “lo mismo sirve para todos”. En el futuro los empleados deberían poder elegir desde donde trabajar, incluso deberían poder alternar entre distintos espacios de trabajo según los objetivos que deban lograr. Y las empresas deberían asumir a la movilidad empresarial como una estrategia para crear un negocio dinámico y resiliente.
Esto necesitará que las empresas migren hacia una cultura que fomente la movilidad y genere confianza mutua. El liderazgo también deberá adaptarse porque en esta nueva realidad no será importante cuánto tiempo pasamos sentados frente a un computador, sino que tengamos objetivos claros y medibles a lograr. Y por supuesto, contar con tecnología que sea una aliada para lograr estos propósitos.
En definitiva, el camino hacia una experiencia de trabajo superior está marcado por la personalización y es hacia allí donde las empresas deben dirigirse ahora que finalmente se comprobó que el trabajo no puede ser un lugar al que vamos… tiene que ser una actividad que hacemos desde cualquier lugar.
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